CUANDO LA RESPUESTA NO LLEGA

Hermanos míos,
tomad como ejemplo
de aflicción y de paciencia
a los profetas
que hablaron en nombre del Señor.
(Santiago 5:10.)
Con frecuencia sucede que algunas decisiones para las que buscamos guía espiritual tienen que ser hechas dentro de un plazo definido.. Nos preguntamos qué debemos hacer cuando ese plazo se llega y todavía no sabemos que hacer, es decir no hemos recibido la confirmación espiritual que buscamos. En esas ocasiones nos preguntamos por qué no hemos recibido una respuesta, y hasta empezamos a dudar si somos dignos, o nos preguntamos por qué el Señor nos ha olvidado.
Consideremos algunas posibles respuestas a esa pregunta. Empezaremos por suponer que la forma en que hemos vivido nos da derecho a la inspiración; es decir, que vivimos rectamente, y que con nuestro mejor entendimiento hemos estado haciendo las cosas que Él Señor espera que hagamos para poder recibir revelación divina. Esto incluye haber estudiado el problema en nuestra mente, haber hecho una decisión, y haber buscado la confirmación espiritual de esa decisión. Pero a pesar de nuestros esfuerzos, la respuesta que esperamos no llega y el plazo se acaba
Siendo que el no decidirnos es, en sí, una decisión, si deseamos mantener control sobre nuestra vida, no debemos evitar las decisiones.. Por supuesto que al decidir, sabemos que debemos también afrontar las consecuencias En ese caso lo más acertado es tomar la mejor decisión que podamos. Si hacemos nuestro mejor esfuerzo , con fe, esperando que sea aceptable al Señor, El nos bendecirá y la confirmación que buscamos vendrá a su tiempo. Por otra parte, si el curso que hemos escogido no es el apropiado a los ojos del Señor, y ya que seguimos buscando hacer su voluntad, debemos tener fe en que El intervendrá y evitará las situaciones que a la larga no sean para nuestro bien.
Sin embargo la pregunta permanece de por qué no podemos recibir una respuesta que nos evite esa angustia y dificultad. A eso sólo podemos contestar que la vida es una maestra que nos enseña algunas lecciones difíciles, y no son las intenciones del Señor que, solo porque tenemos fe, quedemos exentos de las pruebas difíciles de la vida . Es casi axiomático que las mejores lecciones de la vida surgen de sus problemas más grandes. En el ocaso de su vida, el Eider Hugh B. Brown hizo la observación de que había "aprendido más con los golpes que con las adulaciones" La fe, la sabiduría, el buen juicio, todos tienen sus raíces en tales experiencias. Así como el niño debe aprender a sostenerse por sí mismo y a caminar solo, también nosotros debemos aprender a sostenernos por nosotros mismos y a caminar solos al enfrentar ios mayores desafíos de la vida.
El Señor le dijo a José Smith: "Un hombre puede recibir el Espíritu Santo, y éste puede descender sobre él y no permanecer con él". (D. y C. 130:23.) Eso no quiere decir que el espíritu se aleja porque el hombre no es digno, sino que hay ocasiones en que el Señor deja que nos las arreglemos solos, con nuestro propio entendimiento. El Eider McConkie explicó que "hasta las personas justas quedan a menudo a merced de sus propios recursos, y no siempre disfrutan de la revelación y luz del Espíritu Santo". (Mormon Doctrine, p. 313.) "El Espíritu Santo en persona puede visitar a los hombres", explicó el Presidente José F. Smith, "y visitará a los que son dignos, y dará testimonio de Dios y de Cristo a su espíritu, pero puede ser que no permanezca con ellos." Esas visitas
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dijo el Presidente Smith que vendrían "de cuando en cuando". (Doctrina del Evangelio, p. 59.)
La promesa que el Señor ha dado consiste en que los que son lo suficientemente humildes, pueden ser "bendecidos de lo alto, y recibir conocimiento de cuando en cuando". (D. y C. 1:28.) Necesariamente habrá veces en que las respuestas no llegarán, y debemos usar nuestro mejor juicio, confiando en la Divina Providencia.
Mientras la Iglesia se hallaba todavía en su infancia, el Señor indicó que no era propio que El nos dirigiera en todos los aspectos de nuestra vida. (D. y C. 58:26.) Eso resultaría en la pérdida de nuestra agencia y mayordomías, y nos privaría de la oportunidad de crecer en sabiduría y entendimiento. La instrucción del Señor fue que nos dedicáramos con toda diligencia a los diversos aspectos de nuestra vida, sin esperar revelaciones sobre cada decisión o deber, pero siempre buscando en oración (D. y C. 58:25.) En el ámbito de la rectitud, con frecuencia existen varias alternativas. Las decisiones que se hacen con ánimo espiritual reciben la aprobación y bendición del Señor. Por eso Nefi aconsejó que "nada debéis hacer en el Señor, sin que primero oréis al Padre, en el nombre de Cristo, para que él os consagre vuestra acción, a fin de que vuestra obra sea para el beneficio de vuestras almas." (2 Nefi 32:9.)
"Es cosa grave inquirir de Dios o allegarse a su presencia", declaró José Smith, "y sentimos temor de acercarnos a El sobre temas que son de poca o ninguna importancia..." (Enseñanzas del Profeta José Smith, p. 20.) De varias revelaciones aprendemos que los primeros misioneros de esta dispensación tenían la tendencia de preguntarle al Señor concerniente a cosas que debían decidirse por su propio criterio.
En 1831 el Señor mandó que determinados elderes acompañaran a José Smith a su regreso del Condado de Jackson, Misuri, a Kirtland, Ohio. Al tener que decidir el medio por el que viajarían, pidieron que el Profeta preguntara al Señor si debían comprar un barco, o fabricarlo. La contestación del Señor fue: "...a mí me es indiferente..." (D. y C. 60:5.) Al ir viajando estos élderes por el Río Misuri, se les presentaron varios peligros, de modo que otra vez le pidieron al Profeta que le preguntara al Señor si debían continuar el viaje por agua, o si sería mejor hacerlo por tierra. Una vez más, la contestación del Señor fue: "...me es indiferente...", instruyéndoles que lo hicieran de acuerdo con su propio criterio. (D. y C. 61:22.) Durante su viaje se encontraron con varios élderes que iban camino al Condado de Jackson. Por revelación el Profeta les mandó cumplir sus misiones en Jackson y luego retornar al este. De regreso a Ohio se les indicó que viajaran en un solo grupo, o de dos en dos, lo que les pareciera más apropiado pues, dijo el Señor: "...no importa; solamente sed fieles..." en la misión de declarar el evangelio. (D. y C. 62:5.)
Es notorio que la fe y el celo con el que esos hermanos salieron hacia sus misiones, y la manera en que declaraban el evangelio era de gran importancia para el Señor. El medio en que viajarían y las decisiones que tendrían que hacer en el camino se dejaron a su juicio. Quizá se ilustra mejor este principio en el llamamiento de Esteban Burnett a servir como misionero. El mandamiento que el Señor le dio fue que saliera entre el mundo a predicar "bien sea al norte o al sur, al este o al oeste, no importa, porque no podréis errar". (D. y C. 80.) La revelación continuaba diciéndole que y cómo debía enseñar.
Aparentemente, lo importante para el Señor era que el Eider Burnett trabajara, no dónde trabajara. Como pasa muchas veces, no importaba dónde sirviera, sino cómo. Y muchas veces pasa lo mismo con nosotros. Para el Señor importa más cómo trabajamos que dónde lo hacemos; qué hacemos, y no dónde lo hacemos.
José Smith enseñó que no debemos pedir revelación al Señor, a menos que no tengamos nada que nos oriente sobre nuestro problema. (HC 1:339.) Una vez que se ha revelado la Palabra de Sabiduría, la ley del diezmo, o cualquier otro principio del evangelio, no hay ninguna necesidad de que el Señor las dé otra vez a cada profeta o generación siguiente. Tenemos un ejemplo clásico de ello en el orden de sucesión en la Presidencia de la Iglesia. E¡ Eider Bruce R. McConkie explicó que a la
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muerte de Harold B. Lee no se necesitó ninguna revelación para que el Consejo de los Doce supiera la intención y voluntad del Señor. Para entonces ya era un principio establecido que el apóstol de mayor antigüedad dentro del Quórum se convirtiera en el portavoz del Señor. Dijo el Eider McConkie: "No se requirió ni se necesitó que el Señor diera una revelación, o que se dieran instrucciones especiales. La ley ya estaba establecida y ordenada. Dios no se asoma cada mañana y dice: 'Que salga el sol' El ya ha establecido la ley, y ha puesto ai sol en el firmamento, y el sol sale en armonía con la ley establecida en cuanto a sus funciones. Y así fue con la sucesión de la presidencia del Presidente Lee ai Presidente Kimball." (BYU Speeches of the Year, enero 8 de 1974.)
No tenemos derecho a recibir revelación sobre asuntos que ya se han revelado claramente. Si la buscamos, nos parecemos al muchacho que quiso disculpar su tardanza a la hora de la comida diciendo que no había oído las primeras dos veces que lo llamaron. Antes de buscar nuevas revelaciones, sugirió Brigham Young, debemos vivir las que ya tenemos. (J D 6:319.)
No hay mejor evidencia de la madurez espiritual que la paciencia. Tal como dijo Santiago en la antigüedad: "Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna." (Santiago 1:4.) La paciencia siempre ha sido atributo de los hombres de fe. En ocasiones, la confirmación que buscamos no viene porque no hemos completado el proceso de análisis o estudio necesario. En otras, puede ser que estemos pidiendo consejos en asuntos que debemos decidir por nosotros mismos. Y en otras más, el desarrollo de los atributos de santidad puede ser más importante que recibir guía y respuestas inmediatas. Así que habrá ocasiones que será necesario que actuemos con el mejor criterio que tengamos, pues solamente aplicándolo en las decisiones que hacemos se aclarará la respuesta que buscamos. Aunque podemos sentir angustia y frustración, se cumplirá la promesa de "que todas estas cosas te servirán de provecho, y serán para tu bien". {D. y C. 122:7.)
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