CARACTERISTICAS DE UN TESTIMONIO VALIDO

La competencia de un testigo
se basa en su conocimiento.
(Henry D. Moyle.)
Imagine que es usted llevado a un tribunal, acusado de un crimen atroz. Suponga también que los abogados de la parte acusadora no presentan ninguna evidencia. En lugar de eso, llaman a una persona tras otra para testificar que ellos "creen" que usted es culpable. A la primera oportunidad, usted argumentaría que ese sistema judicial sería injusto si permitía que un hombre fuera declarado culpable de algún crimen simplemente porque sus acusadores "creían" que era culpable, o porque tenía la desgracia de parecer un delincuente. Este ejemplo nos ayuda a enfocar el hecho de que el creer algo no convierte a nadie en testigo competente.
Orson Pratt declaró que "una persona no puede ser testigo de aquello que solamente cree". (J D 16:209.) Supongamos, por ejemplo, que usted testifica que Jesús es el Cristo, utilizando como evidencia el hecho de que ha estudiado la Biblia cuidadosamente, y que ésta así lo afirma. Cualquier otra persona tendría derecho a testificar que Jesús no era el Cristo, basándose en el hecho de que también había estudiado diligentemente la Biblia, y al hacerlo se había convencido de que Cristo no era el Mesías prometido. Usted y su antagonista podrían averiguar en vano sobre el tema. Ni la convicción ni el conocimiento se derivan de ese proceso.
En igual forma, suponga que un científico renombrado adopta la causa, y declara que nadie puede negar la existencia de Dios, debido a la multitud de evidencias que hay en la naturaleza, y luego comienza a justificar su testimonio con una serie de ejemplos. ¿No tendría derecho otro científico a presentar su lista de contradicciones en contra de todos los argumentos del primer científico? ¿No podría, con cierta justificación, como lo han hecho algunos, decir: "Disponemos de la misma evidencia que tú, y a partir de la evidencia hemos llegado a conclusiones diferentes."?
En ambos casos, e! problema es que los participantes están usando creencias en lugar de conocimiento. Puesto que no están hablando de algo que hayan visto, oído, o experimentado personalmente, su testimonio no es válido. La mayoría de las discusiones sobre las cosas espirituales se centran en la clase de evidencia que los tribunales llaman cuento, los participantes sencillamente no son competentes como testigos. El Eider Le Grand Richards nos relata la siguiente experiencia:
"Hace unos cuantos años, un grupo de ministros estaba de paso en Lago Salado rumbo a Los Angeles para asistir a una convención pastoral. Pasaron la noche en Lago Salado. Querían hacer algunas preguntas sobre nuestras enseñanzas, y se hicieron arreglos para que se reunieran con uno de los Doce en el salón de conferencias del Edificio de las Oficinas de la Iglesia. Luego que el apóstol contestó a sus preguntas, dio su solemne testimonio de que él sabía que Jesús era el Cristo, que José Smith era su profeta, que el Libro de Mormón era verdadero. Lo sabía con certeza, y no por cuentos. Entonces, al terminar su testimonio, preguntó a los ministros: '¿Quién de ustedes puede testificar que sabe que tienen la verdad?' Tras una breve pausa, el director del grupo dijo: 'Pues esperamos estar en lo cierto.' " (CR, abril de 1968, p. 121.)
¿Podríamos imaginar que la Iglesia enviara misioneros a los confines de la Tierra para testificar que esperamos estar en lo cierto, que esperamos que el Libro de Mormón sea verdadero, y que esperamos que José Smith haya sido un profeta de Dios? La verdadera religión abarca la esperanza, pero ciertamente no está fundada sobre ella.
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El profeta José Smith, parafraseando en forma poética algunos versículos de la visión de los grados de gloria, describió al mundo sectario con estas palabras:
Estos son los que dicen ser de Apolos y de Pablo; de Cefas y de Jesús, con todo tipo de esperanzas; de Enoc y de Moisés, de Pedro y de Juan; de Lutero y de Caivino, y del Papa mismo.
Y nunca recibieron el evangelio de Cristo ni el espíritu profético que vino del Señor; ni tampoco el convenio, mismo que tuvo Jacob; siguieron su propio camino, y reciben su propia recompensa. —Times and Seasons 4:85,
Discutiendo el principio de la revelación en una muy astuta crítica de lo que el mundo llama "cristiandad", Thomas Paine señaló que "es una contradicción de términos y de ideas el llamar revelación a cualquier cosa que nos llega por medio de terceros, ya sea verbal o escrita". Su razonamiento fue que si algo se revela a una persona y no a otra, entonces eso es revelación solamente para la primera persona. Si de la primera persona pasa a una segunda, y de la segunda, a una tercera, o a una cuarta o quinta, deja de ser revelación para esas personas. "Es revelación sólo para la primera persona, y cuento para cada una de las demás; en consecuencia, no están obligadas a creer.
Cuando Moisés dijo a los hijos de Israel que había recibido las dos tablas de los mandamientos de las manos del Señor, ellos no estaban obligados a creerie, porque no tenían otra autoridad para hacerlo que la palabra de él.
Cuando se me dice que el Corán fue escrito en el cielo, y que un ángel se lo trajo a Mahoma, el relato se asemeja a la misma clase de cuentos y autoridad de terceros del ejemplo anterior. No fui yo quien vio el ángel, y por ello no tengo evidencia para creerlo.
Cuando se me dice también que una mujer llamada la Virgen María dijo que estaba esperando un hijo sin cohabitación de por medio, y que José, su prometido, dijo que un ángel se lo comunicó, tengo derecho de creerlo o no; tal acontecimiento requeriría mucha mayor evidencia a su favor que la palabra sola; pero no disponemos ni siquiera de eso, pues ni José ni María escribieron nada al respecto; tan sólo se nos informa lo que otros dijeron, así que es cuento sobre cuento, y prefiero no basar mi creencia en evidencias de esa clase." Thcmas Paine (The Age oí Reason, pp. 5, 6. Cusivas agregadas.)
El argumento de Thomas Paine es válido: no hay salvación en una religión de cuentos; no hay poder en ella y no tenemos la obligación de creer en ella. Se necesitó a José Smith y la religión revelada para responder adecuadamente a esos argumentos. "Escudriñad las revelaciones", dijo el Profeta, y luego "pedid a vuestro Padre Celestial, en el nombre de su Hijo Jesucristo, que os manifieste la verdad; y si lo hacéis con el solo fin de glorificarlo, no dudando nada, El os responderá por el poder de su Santo Espíritu". No estaremos en medio de una religión de cuentos, pues, como lo explicó José Smith: "Notendréis entonces que depender del hombre para saber de Dios, ni habrá lugar para la especulación." Sólo de esa manera podemos saber cuáles de las promesas divinas de épocas pasadas nos pertenecen a nosotros, y cuáles pertenecen a Sos santos de la antigüedad. El Profeta continuó:
"Indudablemente vosotros estaréis de acuerdo con nosotros, y diréis que no tenéis derecho de reclamar lo que se prometió a los habitantes antes del diluvio; que no podéis fundar vuestra esperanza de la salvación en la obediencia de ios hijos de Israel cuando bajaban en el desierto, ni podéis creer que las bendiciones pronunciadas por los apóstoles sobre la iglesia de Cristo hace mil ochocientos años eran para vosotros. Además, si las bendiciones de otros no son vuestras, sus maldiciones tampoco lo son; por consiguiente, así como todos los que han sido antes de vosotros, sois vuestros propios agentes, y seréis juzgados de acuerdo con vuestras obras." (Enseñanzas del Profeta José Smith, p. 7.)
Toda Escritura testifica que siempre que el Señor ha tenido un pueblo que ha tenido fe en El, le ha revelado su voluntad. Por tanto, en la revelación sobre el matrimonio eterno se le hizo saber a José Smiih que todo lo que Abraham recibió del Señor, lo recibió por revelación, y que esas revelaciones 50
incluían "promesas en cuanto a su posteridad". El Señor le declaró a José Smith que él era descendiente de Abraham, por lo cual esas promesas también le pertenecían a él. (D. y C. 132:29-31.) Nefi nos da un ejemplo clásico de este principio ai desear "ver, oír y saber" las cosas que su padre había experimentado; y sabiendo que tenía el don del Espíritu Santo, y que el Espíritu Santo es un revelador, buscó y recibió la misma experiencia espiritual que su padre tuvo. Nefi testificó de un Dios que "es siempre el mismo ayer, hoy y para siempre", un Dios que descubrirá ¡os misterios de ios cielos a aquellos que lo buscan diligentemente, "lo mismo en estos días como en tiempos pasados, y lo mismo en tiempos pasados como en ios venideros; por tanto, la vía del Señor es un giro eterno". (1 Nefi 10:17-19.)
Las Escrituras nos dicen que los testimonios que damos se escriben en el cielo. (D. y C. 62:3.) Quienes han testificado de las verdades eternas con toda diligencia serán bendecidos por haberlo hecho; y a la inversa, quienes han testificado falsamente, serán tenidos por responsables de su perjurio. La mentira no será aprobada en los tribunales eternos, aunque nazca de la ignorancia; no hay salvación en el error y la falsedad.
Siendo un joven misionero, Jedediah M. Grant tenía una gran reputación por su habilidad de ponerse al frente de una congregación e improvisar su discurso. Al ir aumentado su reputación, un grupo de personas quiso poner a prueba sus habilidades. Le propusieron darle un tema en el momento en que él se parara al frente del auditorio, para ver si era capaz de desarrollarlo apropiadamente. Se acordó la hora y el lugar. El lugar era el edificio de la corte, y cuando se llegó la hora no quedaba un asiento vacío. Se le dio ¡a palabra al Eider Grant, y le pasaron un papelito; lo desdobló para leer el tema...y vio que estaba en blanco. Sin vacilar un momento, el Eider Grant comenzó su discurso:
"Amigos míos, me encuentro hoy aquí para predicar sobre el tema que estos caballeros iban a escoger. Lo tengo aquí en mi mano.
No quisiera que se ofendan, pues estoy bajo la promesa de predicar sobre el tema designado; y si se ha de culpar a alguien, se debe culpar a los que lo escogieron. Yo no tenía ni idea sobre el tema que escogerían, pero de todos los temas, éste es mi favorito. Ustedes pueden ver que el papelito está en blanco (mostrándolo para que pudieran verlo). Ustedes los sectarios creen que Dios creó todas las cosas de la nada, y ahora quieren que yo haga un discurso de la nada, pues este papelito está en blanco. Y creen en un Dios que no tiene cuerpo, partes o pasiones. A un Dios así yo lo veo como un espacio vacío, como pueden ver que está el papelito. Creen en una iglesia sin profetas, apóstoles, evangelistas, etc. Una iglesia así estaría en blanco, comparada con la Iglesia de Cristo, y coincide con mi tema. Han situado al cielo más allá de los límites del tiempo y el espacio; no existe en ninguna parte, y en consecuencia, su cielo está en blanco, igual que mi papelito."
El Eider Grant continuó examinando todos los principios básicos de la religión de sus oyentes, contrastándolos en gran poder con los principios del evangelio. Los de la congregación, impresionados con su discurso pasaron un sombrero en el que colectaron suficientes fondos para que se comprara un traje nuevo, un caballo, una silla y un freno. (Andrew Jenson, The Latter-day Saints Biographical Encyclopedia 1:57.)
Es en estas verdades fundamentales que deben centrarse nuestra fe y testimonio, pues, tal como lo declaró Alma, no podemos ejercer fe en cosas que no son verdaderas. (Alma 32:21.) "¡A la ley y ai testimonio!", dijo Isaías, "si no os dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido". (Isaías 8:20.)
Pablo dijo que "nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo" (1 Corintios 12:3.) José Smith afirmó que debía traducirse: "Nadie puede saber que Jesús es el Señor, sino por el Espíritu Santo." (HC 4:602.) También explicó que nadie puede recibir el Espíritu Santo sin recibir revelaciones, porque el Espíritu Santo es un revelador. (Enseñanzas del Profeta José Smith, p. 405.) Un testimonio válido se basa en el principio de la revelación que se recibe por medio del Espíritu Santo. No hay otra manera. Si ese conocimiento se obtiene de alguna otra fuente, o de alguna otra 51
manera, las Escrituras declaran que "no es de Dios". (D. y C. 50:18.)
Cuando Cristo preguntó a sus apóstoles: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?", Pedro testificó por el poder del Espíritu Santo, diciendo: "Tú eres el Cristo, el Hijo de! Dios viviente." Honrando ese testimonio, Cristo dijo: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre [es decir, el hombre mortal, o los argumentos humanos], sino mi Padre que está en los cielos." (Mateo 16:13-17.) Ese es, por supuesto, el modelo perfecto, pues, tal como lo testificó Moroni, "por el poder del Espíritu Santo podréis conocer la verdad de todas las cosas". (Moroni 10:5.)
En nuestra época hay tres verdades que son esenciales en un testimonio válido: primero, que Jesús es el Cristo; segundo, que José Smith es un profeta de Dios; y tercero, que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la única iglesia verdadera y viviente sobre la faz de la Tierra. Todo testimonio válido debe incluir la convicción espiritual de que Jesús es el Cristo, ya que "no hay otro camino, ni nombre dado debajo del cielo por el cual el hombre puede salvarse en el reino de Dios". (2 Nefi 31:21.) No podemos pretender aceptar a Cristo y rechazar a los profetas que vienen en su nombre. "Quien me recibe a mí, recibe a los de la Primera Presidencia, a quienes he enviado, a quienes te he puesto por consejeros, por causa de mi nombre." (D. y C. 112:20.) Puesto que José Smith fue el profeta que restauró a la Tierra la verdad de Cristo y la autoridad necesaria para efectuar las ordenanzas de salvación, es razonable afirmar que nadie hoy día puede salvarse independientemente del conocimiento y testimonio de que José Smith es un profeta de Dios, ni independientemente de la organización eclesiástica donde descansa la autoridad para realizar esas ordenanzas. Como ejemplo de este principio, consideremos este testimonio de Brigham Young:
Permítanme decirles, mis oyentes, hermanos y visitantes, que no hay nadie aquí presente, que pueda verdaderamente decir que Jesús es el Cristo y que ai mismo tiempo niegue que José Smith fue un profeta del Señor.
No hay ser humano que haya oido el evangelio de salvación tal como está escrito en el Nuevo Testamento, y en el Libro de Mormón, y en el libro de Doctrina y Convenios, y que afirme que Jesús vive,y que Su evangelio es verdadero, y al mismo tiempo pueda decir que José Smith no fue un profeta de Dios. (Lo que estoy diciendo es duro, pero es verdad) . Nadie puede decir que este libro (poniendo su mano en la Biblia) es verdadero, que es la palabra del Señor.que es el camino, y el documento por el que puede aprender la voluntad de Dios, y al mismo Jiempo decir que el Libro de Mormón es falso, si ha tenido la oportunidad de leerlo, o de oír que alguien lo lee, y enterarse de sus doctrinas. No existe sobre la faz de la Tierra la persona que haya tenido el privilegio de aprender el evangelio de Jesucristo de estos dos libros, que pueda decir que uno es verdadero y el otro es falso. Ningún Santo de los Últimos Días, ningún hombre o mujer puede decir que el Libro de Mormón es verdadero, y al mismo tiempo decir que la Biblia es falsa...Si Jesús vive y es el Salvador del mundo, José Smith es un profeta de Dios...y nadie sobre la Tierra puede decir que Jesús vive y al mismo tiempo negar mi afirmación sobre José Smith. Este es mi testimonio, (y yo sé que es algo duro.)" (J D 1:38.)
Un testimonio sin obras que evidencien su veracidad, no tiene ningún valor. Un testimonio válido siempre se manifiesta por medio de acciones. La prueba de la palabra está en los frutos que da. No podemos tener el testimonio de que Jesús es el Cristo sin una evidencia observable en nuestra vida. Santiago enseñó que el creer en Dios sin tener buenas obras no nos hace mejores que los demonios. José Smith amplió esa enseñanza al establecer que profesar una creencia en Dios sin las obras correspondientes es llegar a ser semejante a los demonios. (JST, Santiago 2:19.) La idea de que uno puede tener la fe y el testimonio que nace de la fe, sin las obras, se originó en Satanás mismo.
Todo testimonio válido tiene ciertas características. Primero se centra en la verdad. Uno no puede dar testimonio legítimo de algo que no es verdadero. Segundo: siempre se originará en la revelación; las cosas de Dios se conocen por revelación y de ninguna otra manera. Tercero: tendrá vida en sí mismo; no será resultado de cuentos o evidencia presentada por terceros. Cuarto: valientemente
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atestiguará que Jesús es el Cristo, que José Smith es el profeta de la Restauración, y que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la única iglesia verdadera y viviente sobre la Tierra. Quinto: se hará evidente por lo que lo acompaña: el testimonio válido siempre apoyará otros principios de verdad, y mostrará mediante las buenas obras que es de Dios, y siempre sostendrá a los profetas vivientes.

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